Las diamantinas pinceladas
Que adornan el magno sonreír
Sobre solo un rostro dibujadas
Las he contemplado en mi existir
La paz y el fuego adormecido
La voz y el silencio conjugados
En versátil recuerdo callado
Una vez, solo una, lo he hallado
La eximia mirada que festeja
Con inefable resplandor
Ésa que solo soñar aconseja
Que quisiera comparar con el sol
Esa que mi asombro ha conquistado
Halló refugio en Venus enhiesta.
Si para mí allí se habría posado
Eterna en mi alma fuere la fiesta
Encadenado al hipnotismo
Lejos de la conciencia errada
Todo descubrí en un ser mismo
¡Es todo en ti mi venerada!
Ing. Fausto Estevez
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